Santiago Vázquez / ACOSUR / Cacahoatán.
Cacahoatán, Chiapas. 10 de julio. Hace un año que don Rogelio Salas Morales del ejido Guatimoc, una comunidad asentada donde inicia la zona alta de Cacahoatán, vive en una improvisada choza a la espera de la construcción total de su vivienda que el Gobierno le prometió, luego de resultar damnificado por el Sismo de 6.9 grados el 7 de julio del 2014.
Cacahoatán, Chiapas. 10 de julio. Hace un año que don Rogelio Salas Morales del ejido Guatimoc, una comunidad asentada donde inicia la zona alta de Cacahoatán, vive en una improvisada choza a la espera de la construcción total de su vivienda que el Gobierno le prometió, luego de resultar damnificado por el Sismo de 6.9 grados el 7 de julio del 2014.
Según su versión, el titular del Gobierno del Estado, Manuel Velasco, llegó hasta su casa en ruinas unos días después del desastre y junto con autoridades de protección civil y del municipio de Cacahoatán prometieron que su casa quedaría edificada en tres meses.
Sin embargo a 365 días del movimiento telúrico, las autoridades no han puesto un solo ladrillo para cumplir con esa promesa; la situación para él y su familia es preocupante porque no le dan una esperanza de que algún día pueda recuperar su patrimonio que la naturaleza se llevó.
La situación es generalizada en este ejido que fue uno de los más golpeados por el sismo, donde se contabilizaron en su momento más de 200 viviendas afectadas; hoy la autoridad sólo reconoce 30 casas con daño total, 45 con daño parcial y 12 con daños menores; es decir, más de 100 viviendas quedaron fuera del reporte de damnificados que serán beneficiados con recursos del FONDEN.
Aunque las 87 casas son reconocidas por la autoridad, de nada ha servido porque no se ha movido ni siquiera el escombro que dejó este desastre natural.
Las autoridades dicen, según Enai Robledo, quien es parte del comité de Construcción que el recurso ya está dado, pero nadie sabe donde quedó.
El mismo testimonio narran Homero Castillo, Esperanza de León, Santiago Robledo y Amanda Castillo Ambrosio, quienes no saben el destino que tendrá su patrimonio, mientras tanto viven con en improvisadas chozas, o pidiendo posada con algunos vecinos.
Al borde de las lágrimas, ellos aún confían en que el Gobierno del Estado cumplirá su palabra, porque con el hecho de haberlos visitado en sus casas recién derrumbadas, les da una débil esperanza en que se cumplan con los compromisos anunciados, y esto no quede en trámites y papeles que han entregado.
Los damnificados mencionan que han ido en muchas ocasiones a tramitar lo que el gobierno les ha pedido, han gastado hasta lo que no tienen en limpiar los terrenos y poner recursos propios para construir una galera y medio vivir, mientras el Gobierno se anime por empezar a construir.
Quizás en estos momentos la iglesia de la Señora del Carmen que es la patrona de este ejido, no tenga tanta relevancia, pero cabe destacar que su estructura está a punto de derrumbarse, y no obstante la comunidad quiere festejar su feria el 16 de julio.
Las promesas del gobernador del estado siguen sin cumplirse. |
Para muchos todo se ha vuelto normal, porque el paso del tiempo a veces cierra heridas, sobre todo en aquellos que no vivieron esta tragedia en carne propia; pero seguramente las comunidades y familias que resultaron afectadas, cada día represente no tener muchas esperanzas de ver nuevamente su patrimonio de pie, porque las autoridades se han olvidado de ellos. ACOSUR.
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